viernes, 29 de mayo de 2020

Estación Central de Ferrocarril. Desde1897 a la actualidad por Manuel Esmoris.

Estación Central de Ferrocarril. Desde1897 a la actualidad por Manuel Esmoris




En estas líneas se propone una tormenta de ideas para determinar nuevos programas y usos en la antigua Estación Central de Ferrocarril. Estamos frente a un inmueble constituido por al menos tres grandes zonas: 1) la estación propiamente dicha, con su hall, oficinas, andenes, y sus respectivos laterales sobre las calles Paraguay y Río Negro, y 2) la playa de maniobras y 3) los depósitos de ladrillo a la vista, emplazados sobre la calle Paraguay entre Nueva York y la Torre de Antel. El presente enfoque valora no solo la dimensión histórico-arquitectónica, sino también la económica y las de un urbanismo intenso, con densidad de residentes, trabajadores y visitantes.

Para comenzar, se debería tomar una decisión sobre la conectividad interrumpida entre la estación nueva, la actual y la histórica. A nuestro entender es mejor no mantener esa interrupción. Dos andenes de la estación histórica pueden estar reservados para retomar el traslado de pasajeros. De esta forma, el edificio histórico adquiere la característica de patrimonio original vivo y acerca a los usuarios 500 metros hacia el centro de la ciudad.
Prosiguiendo, se deberían testear las eventuales necesidades de inmuebles en los organismos públicos de enseñanza: Universidad de la República, Codicen, Anep, UTU. En igual dirección, indagar qué empresas públicas pueden estar necesitadas de espacios, en particular AFE, que no tiene sede propia, y para la que la Estación Central resulta ser su lugar corporativo, “natural”. En el Poder EjecutivoMvotma, saber qué necesidades de vivienda puede haber. En el ámbito privado o mixto (público-privado), averiguar de qué recintos pueden estar carentes, por ejemplo, de sets, de estudios para uso de televisión, producción de cine, comerciales y todo lo relacionado con la industria audiovisual. Otra opción podría considerar la necesidad y viabilidad de un espacio, también público-privado, para congresos y ferias. Cabría sondear qué necesidad puede haber para una sede de incubadora de proyectos, de empredurismo o una especie de Silicon Valley, cuestión que ya fue mencionada públicamente por actores/decisores de primer nivel.

Observando los espacios, y sin querer ser taxativo sino prosiguiendo con el espíritu de la tormenta de ideas, se propone:
  1. AFE retome la merecida sede histórica. Ahora bien, “sobra” mucho espacio.
  2. En los laterales -los que no son de ladrillo, sino de revoque, calles Río Negro y Paraguay, algunos de los posibles nuevos usos que se mencionan en estas líneas.
  3. En la playa de maniobras, reorientar el destino construyendo edificios de vivienda, de una altura de 20 niveles o más[1]. Concretarlo por la senda de la vivienda de interés social: viviendas para jubilados, BPS, cooperativas (Fecovi, por ejemplo) u otras formas institucionales, dentro de un proyecto viable e integral.
  4. Materializar igual destino —total o parcial— en los galpones de ladrillos originariamente de encomiendas, sobre la calle Paraguay (entre Nueva York y Venezuela).
  5. Prever desde el comienzo las necesidades sociales que implica aumentar la densidad de residentes en el lugar; por ejemplo, centros de educación y contención (escuelas, UTU, liceos, CAIF, club de niños, centros de ejercicio físico), pequeña área comercial (está el Mercado Agrícola, a unas cuadras, no salir a competir con él, todo lo contrario).
  6. Puede existir una propuesta patrimonial propia del ferrocarril. Se trataría de la creación de un espacio público — museo del ferrocarril—, en la parte de los andenes que quede disponibles una vez que se despeje la conexión mencionada entre la estación patrimonial y el actual “apeadero”. Esa superficie contendría material rodante representativo de la historia uruguaya ferroviaria (véase el recuadro 1).
  7. En algunos de los galpones se podrían poner en valor los murales del hospital Saint Bois, de la Escuela del Sur, encabezada por el maestro Torres García (véase el recuadro 2).
De este modo, la Estación del Ferrocarril tendría cuatro grandes motivos para provocar una afluencia de visitantes y nuevo espacio de residencia, la propia edificación, que cautiva a mayorías; el museo del ferrocarril, con su material rodante, la franca identidad uruguaya de los murales de la Escuela del Sur y un generoso espacio público, por ejemplo el que existe en Casavalle. Todo esto puede interesar a los turistas,[2] a los escolares y liceales, así como al público en general, en número significativo. Además habitar, residir en este lugar estría lleno de orgullo patrimonial.
Como mecanismo de financiamiento habrá de considerarse el instituto jurídico participación público-privada (PPP).
FUENTE:SEMANARIO VOCES.

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